[Stanford, California – 12 de septiembre de 2018]
He aquí otra exposición museística que quiero recordar en este blog, porque con ella, en una tarde californiana de fin de verano, volví a pasear entre lo africano. Y con las ideas que me acompañaron durante la visita, saqué algunas instantáneas para seguir haciendo mis pinos, o [re]flexiones, inter-culturales.
Sin más, lo que aquí presento es el diálogo de fotos espontáneas (sin filtro ni recortes, como se puede ver) de lo que se me ocurrió documentar a mi paso por la colección permanente de arte africano del Museo/Centro de Artes Cantor de la famosa universidad californiana de Stanford.
[Para los que quieran profundizar en los trabajos expuestos, en el link anterior se puede acceder a un catálogo visual, mucho mejor que el mío, de toda esta colección de obras artísticas africanas.]
De lo más interesante, a primera vista, son las preguntas en las que se enmarca esta colección de Arte africano: “¿Quién; Dónde y Cuándo; Por qué … el arte africano?”
Pero el espacio físico en sí, también ayuda a pensar.
Un contenedor sin duda muy pequeño para un continente tan grande. Pero con una variedad de estilos, temas y aproximaciones lo suficientemente amplia como para condensar la heterogeneidad de lo africano. Cuadros, fotografías y dibujos; desde máscaras y joyas, hasta esculturas contemporáneas, ataúdes o artefactos de múltiples lecturas.
Una buena demostración de que, cuando se trata de África, resulta necesario invitar a los públicos generalistas a “re/imaginar” otro continente, a re-leer sus manifestaciones, a complejizar su imagen, con la esperanza de cambiar esos estereotipos, simplificaciones y preconceptos que, aún en el mundo global de hoy, dominan nuestras mentes (y nuestras relaciones con los históricamente invisibilizados, léase todo lo que no provenía del mundo eurocéntrico, occidental, blanco y cristiano).
Observemos, hablemos, re-flexionemos más sobre la [inter]cultura(lidad) que nos define y determina en nuestro mundo globalizado de hoy. Porque sólo nos hace falta un contenedor tan pequeño como este para darnos cuenta. Especialmente si empezamos por un continente tan grande como es el africano.